En la cima de Taormina, la perla de Sicilia.
Balcón natural sobre Taormina, la vista desde Castelmola es de una belleza deslumbrante: se puede ver, entre una miríada de cactus espinosos, el majestuoso monte Etna con pueblos aferrados a sus laderas, la costa jónica, el golfo de Giardini-Naxos, el cabo de Sant'Alessio, el estrecho de Mesina y la costa calabresa.
Más allá de la antigua sombra de los almendros, se encuentra la entrada al pueblo, encaramada en lo alto de continuas curvas sinuosas. Pequeñas calles se cruzan y se reúnen en la plaza principal, revelando el pueblo medieval.
La belleza de un típico pueblo siciliano: colores cálidos y amabilidad
Las puertas y ventanas están enmarcadas en la piedra de Taormina, y los colores de las casas varían del ocre al beige y al rosa antiguo, los tejados inclinados siguen cubiertos con tejas de arcilla "a la siciliana", las señales de las calles, los números de las casas y los rótulos de las tiendas son de piedra y hierro forjado. La belleza del mar, el encanto de la historia y la calidez de la gente, le acompañarán a lo largo de su romántica boda en Castelmola.
Se ha hecho todo lo posible para no estropear el aspecto del pueblo. El antiguo Arco que marca la entrada al pueblo permaneció aislado tras la construcción de la Piazza Sant'Agostino en 1954; la escalinata de piedra caliza sobre la que se levanta realza su belleza. La plaza, pavimentada con piedra de lava blanca, devuelve el ambiente siciliano con sus aceras arboladas con bancos de piedra y los miradores con amplias vistas de Taormina.
